Joel Muñoz
Brujos y chamanes daban respuestas a las cosas que a simple vista no la tenían. El jefe de la tribu les consultaba frecuentemente sobre los fenómenos de la naturaleza, sobre las cosechas, sobre la guerra, sobre el destino. Todos los jefes siempre han necesitado de un brujo o bruja, de un chamán y de sus sortilegios. Aún a costa del odio de los administradores y científicos del poder.
Así es como en toda la historia, detrás de los poderes formales, ha habido la influencia de quienes pueden volver extraño lo conocido y volver conocido lo extraño. Estos brujos se las han arreglado siempre para susurrar a los oídos de quien toma las decisiones las visiones de futuro que se les van apareciendo en sus múltiples formas de ver; desde el humo, los olores, las bolas de cristal, las cartas, los signos, las estrellas, los oráculos.
Muchos creen que estos son poderes superiores que otorgan las divinidades a algunos privilegiados. Pues no es así, se trata sólo de personas creativas, cuya característica es no tener miedo a ver un poco más allá.
Así es como sentado frente a mis oráculos, en el comienzo de esta primavera, se me aparecen cosas, y juro que no me he fumado ni un pito, ni bebido ninguna copa. La bola de cristal se vuelve luminosa y transparente, la luz atraviesa y forma colores, me siento entrando a ese mundo cristalino, absorbido por un viaje a una dimensión diferente. Y veo.
Como no tengo ningún jefe a quien susurrarle al oído lo que estoy mirando, lo escribo en esta columna. Al final, los lectores son mis jefes.
Veo un vacío a una cuadra de distancia. Un poco más allá de las apariencias, no hay nada. Sólo un espacio indeterminado, un territorio de nadie. Da un poco de miedo. El futuro es incierto.El espacio oscuro, sin ideas, sin horizontes, sin posibilidades, amenaza la aparente estabilidad del presente. Dan ganas de quedarse aquí, sin mover un dedo para que nada cambie, porque más allá de esta vida inmediata se ve una oscuridad que nos hace temblar. Se presiente la pérdida de control sobre las cosas ordinarias. Se intuye la amenaza de nuevos poderes desconocidos. Se presiente que algo viene, algo que nosotros no manejamos. Algo que puede hacer caer las construcciones que hemos establecido, nuestro orden, nuestro poder, nuestro control, nuestra propiedad, nuestra manera de hacer las cosas.
Pero la oscuridad es sólo un tránsito, un paso intermedio a otra cosa, que no puedo distinguir claramente aún, pero que podría imaginar.
El espacio oscuro amenaza la vida ordinaria porque no puede ser llenado con chucherías del consumo, con más promociones especiales, con más mentiras publicitarias, con medidas parche, con contenciones miedosas del porvenir, con comisiones especiales, con consejos de la pobreza, con más presupuesto para la represión policial, con más declaraciones de normalidad, cuando todos vemos que esto no anda bien.
La oscuridad se ilumina con los sueños grandes y pequeños. Lo que viene sólo vendrá si lo imaginamos con audacia y libertad. Lo que viene es un tiempo nuevo, con otros protagonistas, otros paradigmas, nuevas relaciones.
No se trata de integrarnos todos a lo que sabemos que no sirve. Se trata de liberarnos para crear lo nuevo. Adelante, jefe, no tenga miedo.