Las neuronas creativas

Joel MuñozLas neuronas y neurones llegan apurados, con cara de sueño. Una neurona experimentada y con pinta de sabia cierra la puerta y no deja entrar a nadie más. Silencio.

Les pide muy despacio a todas las neuronas que terminen de instalarse en sus mesas de trabajo, en grupos de a cinco. No falta la  despistada que pregunta ¿grupos de a cuánto?…y el neurón con déficit atencional que desparrama sus cuadernos y libros por los suelos.

La neurona sabia pide que respiren profundo. Varias veces. Que inhalen y exhalen. Que boten lentamente el aire de los pulmones. Y que vuelvan a inhalar profundamente. El oxígeno, según Stanislav Grof, actúa como una sustancia alucinógena, pero de manera natural, sin crear dependencia.

La hiper oxigenación produce un estado ampliado de la conciencia y permite que las neuronas puedan expandir sus capacidades perceptivas y creativas (tal vez por esta razón se dice que los creativos son volados).

Así, las neuronas respiran varias veces y botan el aire. Respiran y botan.

La vieja sabia pone una música suave, la sala se vuelve de color azul. Estamos en el espacio de las distinciones.

En esta sala se miran los problemas, las causas, los efectos, las intuiciones, las emociones, las corazonadas, las percepciones, productos, proyectos, políticas, ideas;  se miran de todos los ángulos  y con sentido de futuro.

Pero,  no sólo se miran. También se escuchan, se tocan, se huelen, se sienten.

En la sala azul somos observadores curiosos y abiertos.

Cuando suena la campana, luego de un pequeño recreo, las neuronas se cambian a la sala verde.  Eso  sí que es entretenido. Es el lugar de la creación, de los sueños, las fantasías. Es el momento de las metáforas,  de las analogías. Aquí se trata de definir un estado soñado, se trata ni más ni menos que de anticipar el futuro a través de imágenes y  conceptos. Es la búsqueda de una idea nueva para resolver el problema o aprovechar la oportunidad. Todos se vuelven más niños en esta sala, que puede llegar a ser un despelote.

Cuando hay una buena colección de ideas, éstas se ponen cuidadosamente en cuadernos-incubadoras y pasan a la sala de color rojo. Aquí llegan los técnicos y administradores para poner estas ideas en tiempo, espacio, recursos económicos, humanos, tecnológicos…para que aterricen las ideas y  las pongan en el formato proyecto. Claro que no les está permitido criticarlas. No es aún el momento.

Luego de haber hecho varios ejercicios de realización, se seleccionan algunas ideas-proyecto y se llevan a la más temible de las salas… la sala negra!

Aquí han sido convocados neuronas y neurones multidisciplinarios, con caras de malos … desde ingenieros hasta artistas. Miran las ideas-proyecto, las escuchan, las analizan…y hacen su crítica. Claro que no se trata de cualquier crítica. Opinar sobre las ideas de manera positiva y constructiva. Ellos  saben que las ideas por raras, fomes, locas, extravagantes, increíbles, que parezcan, son productos muy valiosos. Su crítica siempre está dirigida a mejorarlas.

Neuronas y neurones salen corriendo de la sala negra a corregir sus ideas. A veces deben volver a la sala azul, o a la sala verde o la roja. Depende. Son muy trabajadores. Hasta cuando duermen, el subconsciente está produciendo.

Sólo cuando una idea ha sido trabajada  en las distintas salas, pasa a la comunicación, a la venta. Es la sala amarilla, donde se planifican los pasos para lograr que la gente del entorno tome la idea como propia,  la valore y se haga parte de la nueva realidad.

He estado allí y he visto como trabajan estas neuronas.  Se sienten muy realizadas creando.

Cada cerebro tiene varios espacios de colores. Espacios azules, verdes, rojos, negros, amarillos. Son como cinco cerebros distintos en una sola cabeza para crear.

Un sabio creativo de apellido De Bono dice que además podemos ponernos seis sombreros de colores …pero de eso hablaremos otro día. Por ahora, respire profundo y bote, respire profundo y bote…varias veces.

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